miércoles, 2 de diciembre de 2009

PAUL NASCHY: el aullido del monstruo (I)

N.d.R: Casualidades de la vida (y de la muerte). El anuncio del deceso de Naschy me sorprendió terminando de redactar estas líneas para su posterior publicación. La sorpresa fue mayúscula. Sabía de su dolencia pero no creí que su final fuese tan repentino. Mi primera intención fue la de revisar este texto pensando que había sido muy duro con él. Enseguida me contuve. Naschy no se merecía que ahora, por razón de su muerte, fuera tratado con condescendencia. Acostumbrado como estaba al ostracismo y al desprecio, habría encajado las críticas con deportividad. Así que lo dejé como estaba, con sus virtudes y sus defectos. En mi trato con él (muy superficial, eso sí) me dió la sensación de ser un hombre vanidoso (¿que artista no lo es?), presumido (que no presuntuoso), educado y extremadamente culto. Pero ante todo, y eso sí, en las dos conversaciones que pude mantener con él pudo quedarme muy clara una cosa: su absoluta pasión por la vida y por su trabajo. Sirvan estas lineas para mostrar mi más profundo respeto a un loco como pocos a dado (y dará) el cine fantástico español.

Uno de los tantos daños colaterales que sobre la cultura ejerció la feroz dictadura del General Franco fue una casi inexistencia del género fantástico en la producción cinematográfica de nuestro país. Apenas unas pocas excepciones entre las que destacan joyas como La torre de los siete jorobados (Edgar Neville, 1944), El cebo (Ladislao Vajda, 1958) o Gritos en la noche (Jesús Franco, 1962) que no pueden, en todo caso, constituir una tradición del género en España. En los últimos estertores de dicha dictadura La marca del Hombre-lobo (1968) daba el pistoletazo de salida a una vorágine de infinitos títulos a lo largo principalmente de la década de los 70, como si los realizadores quisieran recuperar el tiempo perdido. Pero tal saturación de títulos, unido a los por lo general paupérrimos presupuestos con que contaban, era incompatible con un mínimo de rigor y calidad en los mismos. A esto uniríamos la desgracia de no emerger aquí una figura del talento de Terence Fisher en el fantástico británico o Mario Bava en el italiano. Y aunque hubo gente con indudable talento o al menos buen oficio (Ibañez Serrador, Jorge Grau, Eugenio Martín…) ninguno de estos se acercaba, ni de lejos, a los anteriormente mencionados Fisher y Bava, sin duda los dos grandes genios que ha dado el fantástico europeo.
De entre la proliferación de realizadores de la época, uno de ellos destaca sobre manera, no tanto por la calidad de sus trabajos como por el atrevimiento, amor al género y entusiasmo que destilaba todo lo que tocaba. Evidentemente me estoy refiriendo al productor, guionista, realizador y actor Jacinto Molina, más conocido por sus fans como Paul Naschy.
Dada la importancia de su trayectoria en el fantástico nacional, considero necesario dividir su “análisis clínico” en dos partes. Esta primera donde repasaremos sus datos biográficos y los “síntomas” de su cine y una segunda entrega donde se tratará someramente su amplio historial clínico, analizando algunos de sus más destacados trabajos fílmicos.

Datos biográficos:
Jacinto (Madrid, 1934), como cualquier niño de su edad, tiene como principales aficiones la asistencia a los programas dobles de su cine de barrio y la lectura compulsiva de cómics. Todo esto derivó en una juventud de lo más polifacética que le empuja a escribir y publicar (bajo el seudónimo de David Mills) algunas novelillas del oeste, crear algún efímero personaje de cómic (Snake Blake) y dedicarse a la pintura y el dibujo. De este modo llega a ilustrar incluso algún que otro album de los mismísimos The Beatles. De aquella época también habría que destacar sus estudios de Ciencias exactas en Zaragoza y de Arquitectura en Barcelona aunque sin duda el dato que más ha trascendido sus varios títulos nacionales de Halterofilia, deporte que no tiene más remedio que abandonar debido a un temprano infarto.
Sin embargo lo que pierde el mundo del deporte lo gana el del séptimo arte. Su primera aparición cinematográfica en El príncipe encadenado (Luís Lucía, 1960) a los que seguirían Rey de Reyes (1961), 55 días en Pekín (1963), El último gladiador (1964)… Siempre representando, debido a su físico, a tipos de lo más fornidos. Hasta que llega, como ya he dicho, su primera colaboración con el fantástico precisamente en la citada La marca del Hombre-lobo con argumento y guión del propio Jacinto Molina que por una serie de carambolas termina por protagonizar él mismo. Es entonces cuando, para su promoción en el mercado internacional (siempre reacio a los apellidos latinos) se ve obligado a tomar como seudónimo el nombre de un histórico levantador de pesas húngaro: Paul Naschy. El resto es historia viva del género fantástico español.

Síntomas del paciente:
Ante todo una exacerbada cinefilia. Un amor incondicional a los mitos clásicos del terror que tanto contribuyó a popularizar la productora Universal: Drácula, Frankenstein, Quasimodo, El Fantasma de la ópera, La Momia y por encima de todos ellos, el Hombre Lobo. Ese cariño le ha empujado a realizar una y otra vez pocos sutiles homenajes a sus personajes favoritos en cintas de baja estofa perjudicadas bien por unos guiones más bien simplones del propio Naschy, bien por unos realizadores torpes, bien por unos casi inexistentes presupuestos. El caso es que las siempre estimulantes propuestas de este todoterreno no han encontrado casi nunca una ejecución adecuada, lo cual no fue obstáculo alguno para encontrar pronto el incondicional apoyo de un público ávido de emociones fuertes. Un hombre renacentista como Naschy no podía detenerse en el guión y la interpretación y pronto terminará dirigiendo sus propios guiones. Y en honor a la verdad hay que decir que fue el que supo sacar mejores resultados de los mismos. Nadie como él puede presumir de haber interpretado a todos estos monstruos: El Hombre-lobo (en toda la saga de Waldemar Daninsky), el jorobado, La Momia, el conde Drácula, Jack el destripador, Mr. Hyde, etc… y los que le faltaban ya se encargó él mismo de introducirlos en El aullido del Diablo (1988), la más biográfica de sus películas donde interpreta a un mediocre actor venido a menos al mismo tiempo que un rosario de monstruos surgidos de la imaginación de un niño, desde el monstruo de Frankenstein hasta el mismísimo Fu-Manchú.

Pero ¡ay!, junto a este amor por los clásicos, otro elemento representativo del cine de Naschy es su profundo narcicismo, que le empuja una y otra vez a representar a los galanes de la función a pesar de que su rudo físico parezca más bien el de un pelotari vasco. Ese narcicismo llega a cotas de esta casa de locos en El Caminante (1979) donde Naschy, con la excusa de interpretar al mismísimo diablo, se cepillará a todo un plantel de jamonas damiselas a cada cual en una secuencia más tórrida y explícita que la anterior. A eso debemos unir su vanidad de artista que nunca ha dudado en propugnar a los cuatro vientos la injusticia que se ha hecho con él en este país y la importancia de su contribución al cine. Declaraciones estas que en un mundo de ególatras que se muerden la lengua, como es esto del cine, no podían sentar demasiado bien.
La misoginia que destila sus films tampoco ha ayudado demasiado a una reivindicación actual de su obra. Una misoginia más espontánea que estudiada, todo hay que decirlo, dónde la mujer aparece siempre como elemento perturbador para el hombre, fruto del deseo de este y, por tanto origen de sus males.

En cuanto a la escritura cinematográfica de Jacinto Molina (así firma siempre sus realizaciones) se la puede calificar de plana, bastante tosca, de molesto aspecto televisivo y con una puesta en escena torpe y carente de imaginación. El abusivo uso del zoom aparece aquí, más que como recurso expresivo a la manera de Jesús franco, como síntoma de los escasos argumentos con que cuenta Molina como realizador. Es como si todo el ingenio de Naschy acabará sobre el papel del guión. Su sutileza a la hora de dirigir actores brilla también por su ausencia, como no podía ser menos de un actor de tan limitado registro, y su tendencia a la ñoñería es a veces bastante indigesta, en especial cuando se trata de niños o animales. Vease a este respecto Mi amigo el vagabundo (1984) como ejemplo.
Con todo, como digo, el Naschy director ha sabido sacarle más rendimiento a sus argumentos que el grueso de los directores que se han puesto a filmar algunas de sus historias, lo cual no habla demasiado bien de Aured y Klimovsky que digamos, los dos directores más recurrentes en su filmografía. Incluso uno de los grandes de la Hammer como es John Gilling , filmó su peor trabajo con un guión de Naschy: La cruz del Diablo, no obstante, a mi parecer, de agradable visionado.

Y es que Naschy, y eso hay que reconocérselo, nunca a puesto límites a su imaginación: realizó la primera co-producción hispano japonesa, unió el cine de samurais a la saga del Hombre-lobo, tuvo los bemoles de rodar una cinta sobre un supuesto atentado a Franco estando este aún caliente en la sepultura, rodó el único peplum dedicado al pueblo de los cántabros o mezcló el mayor número de monstruos posible en una misma cinta sin apenas tener un duro. Todo esto le acarreó más de un problema económico, un triple by-pass, amén de diversas amenazas personales. Todo sea por amor a ese cine que ama tanto y que le ha tratado hasta la fecha con una suerte tan desigual.

Postdata: Naschy ha fallecido así, de repente. Tenía la cabeza llena de proyectos, alguno incluso con su viejo amigo Christoper Lee. Iba a estrenar próximamente dos nuevos títulos (La herencia Váldemar y El apóstol) , su biografía recién salida a las librerías… Pero una última bala de plata con el nombre cáncer grabado a fuego, sesgó el último aullido del genuino hombre lobo europeo. A modo de modesto homenaje os propongo esta breve entrevista (apenas 5 minutos), una de las últimas donde, una vez más, podremos vislumbrar esa pasión hacia el cine de terror que siempre le caracterizó. Un servidor además, tendrá un sentido recuerdo para él, cada vez que en el firmamento brille una nueva luna llena.

Con ustedes Naschy en estado puro

18 comentarios:

adrián esbilla dijo...

Te devuelvo la visita (para que veas lo bien educadín que estoy) y te felicito por está semblanza y por no haber cambiado nada, la obra está ahí, antes ya lo estaba y ahora es igual. Pues eso, su cine funciona a ratos y con intermitenica , pero la película de como se hicieron estas películas vales su perso en oro. Naschy (y otros como el, pero ninguno con tanto empeñó) se estrelló una y otra vez contra lo paupérrimo de sus medios, lo corto de su talento (y lo nulo de los que le rodearon)y la crudeza de una coyuntura basada en la explotación rapacera de unos productos facilmente exportables que se facturaban en cuatro dias y racaneando cualquier medio.Pero aun así el nunca cedió, siempre fiel a un género en el que creía de verdad. Además sobre el fantaterror español siempre ha planeado esa sombra medio de condescendencia medio de desprecio (a lo que se suma la adoración ciega del fan)que ha impedido su verdadera revalorización. Es cine de una época y con unos medios, cercado por los impedimentos que no solo define el cien español sino que ayuda a comprender la historia de España (ese apunte sobre la censura que haces, ya se sabe que en la España de Franco no había crímens ni aberraciones y por ello todo el terro tuvo que travestirse cortando de raíz el posible crecimiento de otros géneros y cualquier lectura metafórica más ambiciosa, y en aquella época el cine que no era muy simbólico y metafórico era como si fuese caca de la vaca) en al segunda mitad del XX. Bueno, menudo "speech".

Quimérico Inquilino dijo...

Estupendo comentario sociológico de este tipo de cine y sus circunstancias. Lástima que en este país no haya ningún creador capaz de hacer con Naschy lo que Tim Burton hizo con Ed Wood. Sería fascinante.

Un saludo y gracias por esta visita ;)

Crowley dijo...

He de reconocer que Naschy no es de mis actores/directores preferidos de cine fantástico, pero lo que si es cierto es que me caía de maravilla. Las veces que he podido asistir a charlas suyas las ha hecho superamenas y cercanas. También hay que reconocerle su gran labor para abrir un hueco al género en nuestro país y fuera de nuestras fronteras.
Saludos y descanse en paz

Caronte dijo...

Extraordinaria reseña, compañero, me he emocionado leyéndola, y está escrita de puta madre. Además me parece todo un acierto que no hayas cambiado nada, que parece que en este país te conviertes en un genio que no ha hecho nada malo en su vida cuando mueres (bueno, aquí y en todas partes, que resulta que TODO EL MUNDO era fan de Michael Jackson, en fin...), sus luces y sus sombras, como todo creador, pero tenía razón cuando decía que aquí no se le daba el reconocimiento que sí tenía en Japón o Estados Unidos, ya sólo nos queda en esa de La herencia Valdemar, que, sobre el papel, puede estar muy bien mezclar Poe y Lovecraft pero ya veremos si no es un sacrilegio...después de esto creo que me ahorro mi "homenaje" :P, o quizás me limite a una breve reseña de La noche de Walpurgis que es la que más me gusta de las que he visto de él.

Un saludo

Quimérico Inquilino dijo...

Claro, Crowley. Ten encuent que hay que tener narices para hacer lo que hizo, durante la época que lo hizo. Su talento puede que fuera justito, pero el amor y pasión que ponía en ello l hace merecedor, al menos, de todo nuestro respeto.

Joer, muchas gracias por tus palabras Caronte. Por favor, no te prives de hacer una reseña. De hecho es un momento apropiado para que le hiceras una reseña a Waldemar Daninsky en esa sección tuya de grandes personajes de la serie B (toma intromisión en los contendios de tu blog D). Yo al menos, la seguiría con mucho interés.

Un saludo a ambos ;)

ATXEIN dijo...

Una pena la meurte de NAschy.. al menos nos quedan varios títulos por poder ver..Empusa, La herencia Valdemar..

Seguramente ahora le reconozcan los grande medios, aunque poco se ha dicho en los noticiarios, es una pena tener que morir para ser reconocido..

Como siempre buen artículo Quimérico.

Kraven dijo...

Un acierto por tu parte el no haber tocado nada de lo escrito. Naschy era eso, pura pasión por el cine fantástico. Los defectos de sus trabajos siempre han estado ahí pero no por eso a muchos de nosotros algunos de sus trabajos no dejan de resultarnos interesantes, aunque sólo sea como documento histórico de una época muy diferente a la actual.

Obliterator dijo...

Muy buena reseña para el Ed Wood hispano. Mi filme favorito de Naschy es la noche de walpurgis me trae geniales recuerdos cada vez que la veo.

Siempre recordaremos al mejor licántropo de la pantalla grande.

john mcclane dijo...

Una verdadera lástima lo de Naschy. Sus películas pueden haber rayado en lo cutre pero eran sumamente entretenidas. Esperemos que ahora que ha fallecido reciba el reconocimiento que se mereció en vida. A todo esto, excelente artículo.

Saludos.

Quimérico Inquilino dijo...

Sí, Atxein, de hecho L Herencia Valdemar estuvo rodando por mi tierra hace poquitos meses y ya le tenía ganas. Va a tenr un significado especial, independientemente del resultado.

Kraven, tu lo has dicho. Sus films tienen un gran valor sociológico y sólo por eso ya debería ser estudiado en las escuelas de cine, cuanto menos.

Obli, para mí también tiene un recuerdo especial Walpurgis junto a El Dr. Jeckill y el Hombre-lobo. ambas son las que más me aterrorizaron de peque X)

Fantomas sí, para mí desde luego, más entretenidas que cualquiera de Garci o Almodovar. Pero cometió el error (afortunadamente par anosotros) a un cne tan marginal dentro de España como el fantástico y so parece que no se le ha perdonado. Mira la Coixet con sus pedanterias insufribles, teneindo a todos los críticos a sus pies.

Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios.

veriweto dijo...

para mi el gran olvidado de los goya...una lastima

mepi dijo...

Reivindico del personaje el hecho de haber hecho cine en este pais, en aquellos años y de ese tipo. La calidad y los gustos de las mismas es otro tema. Me quedo con EL JOROBADO DE LA MORGUE y con la impresión que me causó de niño LA NOCHE DE WALPURGIS.

Españoladas y Olé dijo...

Uno de los peores enemigos de PN, sino el peor, un día para mofarse de él escribió a Cine-Guia, un directorio de artistas y cineastas, para remitirles una ficha de un supuesto clown llamado "Payasete" poniendo las señas y el número de teléfono del hombre lobo.
Así figuró durante un año en la mencionada guía.
Los empresarios de espectáculos que buscaban un clown le llamaban a su casa "¿Está Payasete?" preguntaban y el cabreado Naschy respondía "¡¡Que te den por el culo, mariconcete!!"

Quimérico Inquilino dijo...

Hola, Salvador (he descubierto tu nombre a través de tu blog, ¿a quien te refieres como enemigo de Naschy? ¿A Calros Aguilar? Gran envidia por tus experiencias con mitos del fantástico como este ou Ossorio, por lo que cuentas en tu comentario de Serpiente de mar.

Bienvenido a esta casa y espero que sigas honrándome con multitud de datos y experiencias que seguro que pueden enriquecer este humilde rincón.

Un saludo ;)

Salvador Sáinz dijo...

Frío, frío.
Naschy tenía muchísimos enemigos. Pero era algo que él se buscaba.
¿Qué se puede esperar algo de un tipo que te encarga un guión y te dice "ponme en la cama con cinco tías" ¿está claro?" Lo malo es que en el contexto no venía a cuento.
Ossorio, por ejemplo, ha rodado malas películas y lo sabía. Me dijo bien claro: "yo ya sé que no tengo talento, pero no sé hacer nada más. Hago cine porque me gusta y me lo paso muy bien rodando estas películas".
León Klimovsky me dijo lo mismo.

Quimérico Inquilino dijo...

Joer, Ossorio no tenía mucho talento como cineasta pero era un dibujante cojonudo. Y a mí sus templarios me parecen de lo más divertido del panorama fantástico español.

Natxo dijo...

Justo, justísimo. Me ha encantado este artículo. Nada más que decir.

Quimérico Inquilino dijo...

Muchas gracias, Natxo. Honor que me haces ;-)